Cuando recibí la llamada de Gonzalo no sabia como reaccionar, le pedí que me dejara un par de días para pensarlo. Lo primero que se me vino a la cabeza fue el tiempo que tenía que dedicar en una candidatura, pero rápidamente me di cuenta de que había que reaccionar ante la situación que vivimos, me pareció que debía estar, tan solo por el hecho de que los compañeros del partido habían contado conmigo.
La política es tan compleja que, incluso su interpretación por el camino de la pura lógica, no se entiende cómo muchos políticos dicen y actúan de forma tan particular y partidista e inmoral en lugar de trabajar por los intereses de los ciudadanos, como se les exige al ir a las urnas. Hacer lo contrario y de forma corrupta y generalizada es imperdonable a la hora de celebrarse unas nuevas elecciones. Cuando no se trata de la maquinaria cínica del partido que está en el poder, negando o distorsionando la realidad de la corrupción en todos sus líderes, lanzan discursos que causan bochorno en todos los niveles sociales y políticos. Se van por «los cerros de Úbeda» para desviar la atención de una gran mayoría que están deseando que desaparezcan de la vida política. Los jueces ya han adelantado cómo el PP está pringado en la corrupción masiva en casi todas la Comunidades Autónomas donde gobiernan. Los presidentes de las mismas que aún no han dimitido salen en los medios con una homilía tan cínica que hace que los votantes se ratifiquen en dar el voto a los socialistas u otros partidos, todos reciclados, rejuvenecidos y de trayectoria intachable.
Pasión por Alcázar 